Historia de Cardiel

Historia de Cardiel

Toponimia

Las teorías sobre el origen del nombre de Cardiel son varias. La más sustentada es la que afirma que proviene del latín “carduelis”, jilguero. Este pequeño pájaro es muy común en nuestro entorno y se alimenta, entre otras cosas, de la semilla del cardo, planta también habitual en los campos que rodean nuestro término municipal. Otras hipótesis sitúan la raíz de la denominación en el paso de los árabes por la Sierra de San Vicente.

La Marca Media era una de las demarcaciones territoriales que dividían al-Ándalus, además de la Marca Inferior y la Marca Superior. Cada Marca la componían una serie de Coras (o Kora). De esta manera se constituía la organización territorial andalusí. La Cora en la que probablemente se encontraba el término municipal del actual Cardiel era la de al-Belat, cuya existencia está datada en los siglos X y XI. Esta zona era poco activa económicamente y poco poblada. Pero sí tenía un valor estratégico de protección de la zona de Talavera del peligro de ataque cristiano desde el norte e incluso de la parte disidente árabe de Toledo por el sur. De ahí la creación de una serie de atalayas militares defensivas y de vigilancia que se cerraban por el amanecer con la de Cardiel (probablemente situada en el actual depósito de agua de la urbanización Atalaya del Alberche) y por el poniente con las de Segurilla y Mejorada. Entre medias quedaban las de Bayuela, el Cerro de San Vicente, Sotillo de las Palomas, Almendral de la Cañada, Sartajada y Cervera. La presencia árabe fue, por tanto, constante.

Una de las teorías apunta a la posibilidad de que un personaje toledano de la época llamado Ibn Kardiel (muerto en 1087) poseyera propiedades en la zona y gozara de cierto poder, lo que le permitió dar su nombre al asentamiento de entonces o a toda una zona que podría coincidir en parte con el actual término municipal.

Desde estas líneas añadimos una suposición más. En el año 1083 Talavera y su zona, defendida hasta entonces por las atalayas anteriormente comentadas, pasaron a manos cristianas, fruto del pacto entre el rey de la taifa de Toledo y Alfonso VI. Ese rey de Toledo se llamaba al-Qadir, y lo fue desde 1075 hasta 1085, año en que la capital de nuestra provincia fue tomada por Alfonso VI. Al-Qadir tiene una sonoridad muy parecida al actual Cardiel, por lo que no sería descabellado pensar que el origen del nombre pudiera derivar del antiguo rey de Toledo, que estas tierras también le pertenecieran o que sus vasallos la llamaran así en su honor. Lo cierto es que al-Qadir tuvo que solicitar la ayuda de Alfonso VI para hacer frente a la taifa de Badajoz y el rey leonés acudió en su auxilio, aprovechando para hacerse con la ciudad. El árabe se había reservado el trono de la taifa de Valencia para asegurarse un sitio en el que acabar sus días, y allí los finiquitó en 1092 ejecutado tras una revuelta popular. 

De ésta época puede ser también el relato sobre un personaje, Blasco Cardiel, que tuvo sus enfrentamientos contra los moros por tierras de Talavera, saliendo mal parado “e este Blasco Cardiel que se fue cuando supo que los de Ávila habían vencido la batalla no enduró sofrir la vergüenza, e fuese de la tierra e fizo su morada en Calatayud…”. Es sabido que por esa época los guerreros y conquistadores solían adoptar el nombre de su población de origen como apellido o referencia. O bien, como la teoría de Ibn Kardiel o al-Qadir, que su apellido diera nombre al poblado. Blasco podría haber sido cristiano o mozárabe; o un árabe perteneciente a una de las muchas facciones que se enfrentaban entre ellas y que a menudo apoyaban también a los cristianos. Lo cierto es que emigró a Calatayud, lo que nos enlaza de alguna manera también con otro sitio en esa zona: el actual despoblado de Cardiel y los Llanos de Cardiel, situados a algo más de un centenar de kilómetros de Calatayud y también en la provincia de Zaragoza. Quizás Blasco Cardiel siguió batallando por esos rincones lejanos y dejando su nombre y recuerdo en ese poblado, hoy abandonado.

Lo escrito hasta aquí hace referencia a la posible relación del origen del nombre de Cardiel. No quedan otros legados más allá de estas hipótesis toponímicas. Pero, antes y después, ¿quién pasó por estos lares y dónde se puede situar la raíz de nuestro pueblo?                                     

Historia de Cardiel: primeros asentamientos conocidos:  

Dejamos a al-Qadir reposando para siempre en Valencia, según leíamos en el capítulo dedicado al posible origen del nombre de nuestro pueblo, y volvemos a Cardiel. Mucho antes. Hay testimonios que demuestran que la Sierra de San Vicente estuvo habitada desde el Paleolítico inferior. Cerca del arroyo Saucedoso, en el término de Cardiel, se encontró un bifaz de industria achelense tallado en cuarcita. También útiles paleolíticos y restos de asentamientos de la Edad del Bronce. Según la Carta Arqueológica, en el entorno del río Alberche se sitúan diferentes lugares de esa época. Probablemente en las zonas de vado del río se establecieron los primeros pobladores de lo que posteriormente sería el Cardiel actual. Más adelante fueron los vettones, desde 500 años antes de Cristo, los que ocuparon la sierra. Aunque en nuestro término no hay restos acreditados, es de suponer que bajaran de sus poblados de Castillo de Bayuela o de El Real de San Vicente a buscar los pastos frescos que daba la cercanía del río. Más tarde, los romanos pasaron por nuestra tierra y hay estudios arqueológicos que así lo reconocen. Se situaban en lugares con una agricultura de regadío y han aparecido abundantes restos cerámicos y molinos domésticos circulares.  En nuestro entorno se dan cita también hallazgos tardorromanos y visigodos en la vega del Alberche, presumiendo la existencia de un importante asentamiento romano en la Dehesa de Santa María, junto a la Atalaya según el investigador Dionisio Urbina. Posteriormente es de suponer que los visigodos ocuparon muchos de esos puestos, sobre todo cerca de el vado y no muy lejos de la necrópolis visigoda y villa romana de Cantohincado, junto al arroyo de Guadamora.

Las raíces del actual Cardiel

 Es pues una época larga con poca información. Ya mucho después, con la toma de Toledo en 1085 por Alfonso VI y las siguientes pistas que nos puedan orientar sobre los orígenes de nuestro pueblo median casi 200 años y cuatro Alfonsos. Reinando Fernando III, hijo de Alfonso IX, aparece en 1233 un documento en el que se menciona el término Guadamora, que con casi toda seguridad era lo que definía el límite significativo del poniente tanto de la Aldea del Obispo como de Cardiel. De esta Aldea apenas quedan piedras, restos de tejas y ladrillos y se situaría cerca del arroyo del Bispo, en el mismo lugar donde hace no mucho se localizó el asentamiento medieval de La Pellona. Lo más significativo  de la Aldea del Obispo es que parece ser la antesala de los posteriores señoríos, ya que el Concejo de Ávila le otorga derechos “de pecho y facendera”, “dejamos libre y en paz a vosotros y…a toda esa aldea vuestra de Guadamora que es llamada aldea del Obispo”.

Al cruzar el arroyo del Bispo encontramos un cartel que nos habla de la Aldea

Es en 1277 cuando Alfonso X el Sabio, Rey de Castillla, de Toledo, de León, de Galicia, de Sevilla, de Córdoba, de Murcia, de Jaén y de Algarve, el que  premia una acción destacada de Blasco Ximénez Dávila, hijo de Ybáñez Ximénez, con la concesión del señorío de Navamorcuende y Cardiel: “vos damos e otorgamos aque podades poblar en esta misma guisa el heredamiento de Cardiel, que es en Guadamora. Y todo ello con montes e con fontes, e con ríos e con pastos e con sus entradas y salidas a todas sus pertenencias”. El motivo por el que se le otorgó el señorío fue un importante viaje que Blasco Ximénez Dávila efectuó a la localidad francesa de Beaucaire como portador de un mensaje para el Rey, que se encontraba entonces “ en ultramontes discutiendo importantes asuntos de Estado”. El infante don Fernando quedó en Castilla sustituyendo a don Alfonso. En su ausencia dictó un ordenamiento a favor de la Iglesia de Ávila, accediendo a diversas solicitudes de la misma y perjudicando notablemente al Concejo de Ávila. Los labradores habían resistido hasta entonces a las autoridades eclesiásticas discutiendo los diezmos e impuestos que en otras zonas estaban obligados a pagar a la Iglesia. El Concejo, sintiéndose gravemente herido en sus derechos apeló a don Alfonso y, como portavoz de su reclamación, envió a Beaucaire a don Blasco Ximeno Dávila. La libertad de impuestos, la exención de la justicia del clero o el mantenimiento de las prohibiciones a la Iglesia de adquirir bienes de realengo eran algunas de las cartas que se jugaban en esta partida. Suponemos que el viaje de Blasco tuvo éxito, que consiguió transmitir el mensaje al Rey don Alfonso X y que la orden del Infante Fernando quedó revocada. Y, como contrapartida, Ximénez Dávila pasó a ser el primer señor de Navamorcuende y Cardiel. A su muerte, su hijo primogénito Fernán Blázquez heredó Navamorcuende y  a su segundo hijo, Gil Blázquez, le entregó Cardiel. Pero Gil murió sin dejar descendencia, por lo que de nuevo Cardiel se unió a Navamorcuende bajo las órdenes de Fernán. Tras la muerte del rey en 1312, le sucedió el niño Alfonso (XI), el cual fue protegido por un hermano del  primer señor de Cardiel, Sancho Dávila, obispo de Ávila.

Los primogénitos varones de Navamorcuende-Cardiel se fueron sucediendo. En muchos casos con nombres idénticos, lo que complica el entendimiento de su árbol genealógico: a Fernán le sucede Blasco Ximeno como titular de la casa según testamento de 1327. A éste, Gil Gómez, quien murió en la guerra contra Portugal y al que sucedió su hijo Fernán Gómez, que tuvo dos hijos fruto de su matrimonio con María Blázquez: Gonzalo y Juana. Cuando su primera mujer fallece, Fernán casó con Isabel González, y tuvieron un hijo: Juan. En 1430 Fernán muere y es Gonzalo quien hereda, pero duró poco tiempo. Hacia 1436 termina sus días y la ley de la época hubiera dictado que el heredero fuera Juan, hermano de padre de Gonzalo. Pero Juana accedió a la sucesión al entender que el segundo matrimonio de su padre no había sido válido al no tener licencia papal. Juana, apoyada por su marido el doctor Pedro González de Valderrábano, jurista eminente, inició el pleito conocido como de Villatoro, finalizando en 1461 y dando la razón a Juana Dávila, que acabó siendo la primera mujer titular de un señorío. Su hijo primogénito, Gonzalo Dávila, heredó así una gran cantidad de bienes ( el señorío de El Bohodón, Villatoro, Navamorcuende, Cardiel, Narros del Puerto, Herreros, Valdeprados,…) y un gran poder, pues además fue un activo militar, maestresala de Enrique IV y posteriormente de los Reyes Católicos, perteneciendo también a su consejo. Su sucesor, Hernán Gómez Dávila, permitirá que Cardiel alcance el título de villa.

Cardiel pasa a ser Villa    

Cardiel nació jurídicamente en 1276, pero solo con rango de lugar. Pasar a ser villa conllevaba administrar la propia jurisdicción, rentas o justicia. De ahí la importancia del cambio jurídico y de la necesidad de desligarse de la villa titular. Cardiel fue la primera aldea perteneciente al señorío de Navamorcuende en solicitar esa transición. Esto tuvo que ocurrir a finales del siglo XV o principios del XVI. No se sabe la fecha exacta, pero los estudiosos la sitúan en la década de 1503 a 1511, reinando los Reyes Católicos y siendo, como antes hemos comentado, Hernán Gómez Dávila el titular del señorío, además de ocupar puestos dentro del concejo de Ávila y  procurador en las Cortes de Toledo de 1498. Este paso jurídico de Cardiel trajo probablemente una época de crecimiento poblacional, cierta riqueza y la reforma o ampliación de la iglesia de Santiago Apóstol así como el levantamiento del rollo jurisdiccional. Además, Hernán casó con Brianda de la Cueva, hija de D. Beltrán de la Cueva, favorito de Enrique IV y duque de Alburquerque, adquiriendo así más poder. Murió en combate en los Países Bajos el 7 de noviembre de 1511.

Debió ser, pues, un militar importante y un personaje influyente. Hasta el punto de protagonizar un cuadro del pintor flamenco Van Orley, titulado “La Virgen y el Niño con Hernán Gómez Dávila y San Francisco”. Viste para la ocasión un sobretodo de tela bordado con los seis roeles azules sobre campo de oro perteneciente al linaje Dávila de la rama Navamorcuende-Cardiel y que conforma también el escudo del rollo jurisdiccional y de la actual bandera de nuestro pueblo. Podemos ver aquí  el detalle del cuadro extraído del archivo del Museo del Prado.

A Hernán, al no tener descendencia, le sucedió su hermano Diego. Pero surge otra figura: Mencía de Quiñones Dávila. No queda claro si es hija legítima o ilegítima de Hernán, una adopción o una sobrina. El caso es que contrajo nupcias en la villa de Cardiel el 3 de diciembre de 1513 con Juan Tello Deza, sobrino del Arzobispo de Sevilla. Por aquella época los matrimonios conllevaban su dote. Y en este caso fue muy abultada: un millón doscientos mil maravedíes tuvo que aportar Diego, más joyas de oro y plata, y doscientos mil maravedíes Brianda. Difícil hacer frente a esos pagos, a pesar del poder que cada uno tenía por su lado. Además, Hernán dejó pendiente otra deuda con los vecinos de Cardiel. Álvaro Osorio, en representación de los lugareños, denunció en 1511 que Hernán Gómez Dávila había tomado 216.000 maravedíes que les pertenecían. Brianda tuvo que hacerse cargo también de esta deuda y el pleito resultó favorable para los cardielejos el 27 de enero de 1513.

El señorío de Navamorcuende y Cardiel pasó a Miguel Dávila y posteriormente a Enrique Dávila en marzo de 1559.

De Enrique Dávila a la Ley de Señoríos

Contra este señor entra la villa de Cardiel en una época de pleitos, ganados casi siempre pero pocas veces cobrados: “El dicho D. Enrique que es tan apasionado con los vasallos…” tuvo su primera demanda con los vecinos de Cardiel el 13 de noviembre de 1562. Los términos de la villa eran “concejiles y comunes de los vecinos”, pero el alcalde mayor nombrado por D. Enrique Dávila no respetaba esa norma y se dedicaba a recoger la bellota para su beneficio y a dejar pastar ovejas y cerdos ajenos a Cardiel en los campos comunales.

A Enrique le sucedió su sobrino Diego, y a él, su hijo Gonzalo, nacido en 1611 y que murió en la guerra de Cataluña en 1641. Se sabe que tuvo casa en Cardiel, olivas cerca de la ermita de Santa María y un terreno plantado de lino.

Diego, hijo de Gonzalo, recibió el título de marqués de Navamorcuende en 1641 gracias a los méritos de guerra de su padre. Se convirtió así en el primero de los marqueses. Murió en Perú sin descendencia legítima, por lo que le sucedió su hermana María Pacheco. En 1691 da orden a su mayordomo de rentas para que “en mi nombre representando mi propia persona pueda vender y venda todas las casas, olivas, moradas, tierras de pan de llevar que tengo al presente en mi villa de Cardiel y tuviese en adelante todas juntas o cada una de por sí al precio o precios que se concertare…”. Tuvo que ser una época larga y dura para los vecinos de Cardiel, de sumisión y de litigios largos e injustos contra esos señores que se creían dueños de todo y que, sin rubor, dejaban bien claro y negro sobre blanco que Cardiel era “mi villa”. De alcaldes impuestos por el señor de turno y de justicias de la villa a su servicio y manejados por él. Incluso los vecinos llegaron a comprar los derechos de designar a los cargos, aunque nunca fueron realmente libres.

En 1692 venden la casa del marqués y los os siguientes sucesores,entre litigios familiares y de herencias, hacen que la fuerza del señorío se vaya diluyendo y esos privilegios desaparezcan con la Ley de Señoríos y Mayorazgos del siglo XIX, cuando el 6 de agosto de 1811 queda abolida la jurisdicción señorial y sus derechos con las Cortes de Cádiz.

Hay muchos más detalles sobre la historia de Cardiel. Anteriores a ésta época y posteriores al siglo XIX. Buena parte de lo hasta aquí contado está extraído y resumido del profundo estudio llevado a cabo por Julio Sánchez Gil, miembro de la Real Academia de Bellas Artes e Historia de Toledo, y plasmado en el libro “Historia de Cardiel”, editado por el Ayuntamiento de Cardiel de los Montes. En él podrás encontrar también datos sobre los bienes comunales, los tributos, pleitos, fiestas, o una investigación profunda sobre la iglesia de Santiago Apóstol en un anexo del investigador de la sierra David Gutiérrez Pulido. Además nos ha servido de guía las primeras investigaciones realizadas por Ernesto Sempere, vecino de la villa durante muchos años y nombrado Hijo Adoptivo de la misma. Asimismo recomendamos seguir los apuntes del historiador Dionisio Urbina, que también nos has ayudado a centrarnos en la larga vida de nuestro pueblo.

Del siglo XIX y XX recomendamos el libro “Cardiel” de Julio Hernández García, editado también por el Ayuntamiento de Cardiel y en el que podemos descubrir datos sobre población y su estructura y evolución. La economía, la sanidad, la educación o la vida religiosa de nuestro pueblo en ésta época más reciente.

Estos dos libros puedes adquirirlos en el propio Ayuntamiento por sólo 10 euros el lote o 7 euros si quieres solo uno de ellos. Son auténticos archivos de nuestra historia y merecen estar en la librería de todo cardielejo. Te los recomendamos.